sábado, 29 de agosto de 2009

¿Por qué existen colectivos feministas que no son mixtos?


Alicia Couselo
Enviado por otromadrid.org | 06/02/08 - 09:22

Un debate recurrente en los grupos anticapitalistas es por qué motivo importantes sectores del feminismo no permiten la participación de hombres en sus colectivos. Debido a la necesidad que hoy en día tiene cualquier organización política o sindical, de reconocer la legitimidad de la lucha de las mujeres, los discursos y programas suelen incluir algún apartado dedicado a “la mujer”, y se crean colectivos de mujeres que a lo primero que tienen que hacer frente, es a la etiqueta de “anti-hombres” asignado al movimiento feminista, en un evidente desconocimiento de su historia, teoría y práctica política.

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Los colectivos feministas anticapitalistas son los que más problemas encuentran a la hora de constituirse como tales. Uno de los motivos es el peso que han tenido algunos teóricos marxistas en las luchas de emancipación de los siglos XIX y XX y que hasta ahora en general no han podido ser superados, a pesar de los intentos realizados desde el postmodernismo. El análisis económico y la lucha de clases como “contradicción principal” a la que deben subordinarse todas las demás, ha pospuesto históricamente las reivindicaciones de las mujeres para después de la toma del poder y la revolución. Sin embargo, en los casos en que el poder finalmente se consiguió, la desigualdad entre hombres y mujeres siguió persistiendo, a pesar de las buenas intenciones de legislaciones francamente progresistas, como en el caso de la revolución rusa y la cubana.

Y es que la teoría no siempre coincide con la práctica. La experiencia de las mujeres en las luchas revolucionarias de los años 60 y 70, las obligó a desarrollar la teoría del patriarcado como sistema jerárquico de explotación sexual de las mujeres, distinto del capitalismo y que funciona de forma transversal entre las clases y etnias. El sexismo y la división sexual del trabajo y la primacía del espacio público sobre el privado vigente en las organizaciones presuntamente revolucionarias, hizo que muchas militantes comprometidas comprendieran la necesidad de organizarse independientemente de los varones, en el convencimiento de que sólo la unión de las mujeres en colectivos feministas podía llevar a cabo una lucha consecuente contra el patriarcado, que tarde o temprano beneficiaría a toda la humanidad.

En la actualidad no es difícil encontrarnos con hombres que han incorporado el lenguaje no sexista, que se solidarizan, sobre todo teóricamente, con la queja de las mujeres respecto de la doble jornada y hasta reconocen la validez teórica del patriarcado. Pero lo cierto es que si las mujeres no tenemos claros nuestros intereses, difícilmente conseguiremos que los hombres los incorporen a la lucha general. Ser el rey de la creación da mucha satisfacción y vivir rodeado de madres, hermanas y compañeras pendientes de los más mínimos deseos masculinos, otorga a los hombres unos beneficios de los que es difícil desprenderse, sobre todo cuando no se está obligado a ello.

Y nosotras ¿qué papel desempeñamos? En primer lugar las mujeres solemos ser minoría en los colectivos anticapitalistas mixtos. En general, el valor de muchas mujeres militantes radica en que somos “las compañeras de” y nos sentimos cómodas en el papel de administradoras. A la hora de las diferencias políticas que surgen tarde o temprano, las mujeres solemos priorizar nuestra relación familiar y de pareja y difícilmente defendamos nuestras posiciones si ello puede conducir a una pelea doméstica. Solamente cuando reconocemos las contradicciones de género y empezamos a debatir con grupos de mujeres feministas, tomamos conciencia de multitud de cuestiones que nos habían estado haciendo sentir desvalorizadas y frustradas, tanto en la vida política como en la privada.

La descripción que en los años 80 hacia el grupo mexicano La Revuelta, explica muy bien la necesidad de tenemos las mujeres de hacer política desde grupos feministas autónomos:

"Crearse un espacio propio, un espacio no sólo físico, sino histórico, social, psicológico. Un espacio en el que no se dependa de la aprobación o desaprobación masculina, en el que no sean suje­tas de esa imposición, un espacio en el que los hombres no les digan continuamente qué es lo que tienen que hacer y có­mo"(...) "Dentro de los partidos políticos de izquierda que hacen esfuerzos para acercar­se a la problemática de las mujeres…nunca se llegan a ver en su totalidad las perspectivas de cambio social que proponen las feministas (…) No es solamente una despenalización del aborto a lo que aspiramos, sino a un reconocimiento real de nuestro derecho a vivir como queramos nuestro cuerpo y nuestra sexualidad. Cuando hablamos de discriminación en las condiciones de trabajo, nuestra visión no se detiene en la igualdad de sala­rios o en la apertura de las fuentes de trabajo, pensamos más bien en el rompimiento del pensamiento patriarcal de lo feme­nino que se traduce en actitudes de discriminación: puesta en duda de las capacidades, falta de confianza, etc.”, (citado por Amalia E Fischer en “Los complejos caminos de la autonomía”).

Es solamente en los espacios autónomos que las mujeres nos sentimos libres de plantear nuestras dudas y llevar a cabo luchas antipatriarcales específicas. Es desde estos espacios que podemos analizar la relación entre la explotación patriarcal y la capitalista e impulsar propuestas innovadoras que incluyan ambos aspectos. La prostitución, el trabajo doméstico asalariado, el salario del ama de casa o el acoso laboral, son algunos ejemplos de asuntos nítidamente atravesados por el patriarcado y el capitalismo y que requieren respuestas innovadoras.

No obstante, los hombres pueden hacer mucho por el feminismo, aunque no estén incorporados a los colectivos de mujeres. En la ponencia presentada en la Jornadas sobre la condición masculina, organizadas por el colectivo de Hombres por la Igualdad, Ana de Miguel hablaba sobre el papel de los varones en la lucha feminista:

“¿Las mujeres y los hombres, confrontación, alianza o diálogo? Pues yo diría que son necesarias las tres cosas. Las alianzas sobre todo en reivindicaciones puntuales, todas las que se quieran. Si estamos a favor de reivindicaciones concretas hombres y mujeres, tenemos que entablar alianzas para defenderlas. Diálogo, todo el que se pueda. Y este foro me parece que es la prueba de ello. Nosotras llevamos años investigando cómo se reproduce la desigualdad sexual en los tiempos de la igualdad formal que son los nuestros. No es fácil verlo, hay que investigarlo, y los hombres en general tienen un punto de vista que no es tan privilegiado como el de las mujeres, porque las oprimidas siempre tienen un punto de vista privilegiado, porque ha absorbido la visión dominante del mundo que es la de los varones, y sin embargo también comienzan a construir la suya propia como oprimidas, y entonces tienen las dos. Además suscribo plenamente la idea de que para los hombres, al menos para muchos de los que aquí están, el patriarcado también es opresivo, por lo que también pueden desarrollar un punto de vista epistemológico privilegiado, y entonces enriquecer este diálogo.
En la esfera de lo privado creo que ha llegado el momento de la confrontación. Porque es en la esfera de lo privado y de lo doméstico donde hoy las mujeres nos tenemos que plantar frente a los compañeros varones y exigirles reciprocidad en la jornada interminable y hasta ahora invisible y que tan generosamente nos habían cedido entera para nosotras. Desde el feminismo y con el apoyo colectivo de todas las mujeres y cuantos más hombres mejor, esa lucha al fin la tiene que librar y ganar cada mujer individual. Y sin miedo a desarrollar conflictos por una causa tan justa como ésta, en que lo personal es político, y cuando una mujer se resiste a la subordinación y consigue cambiar una relación personal, está cambiando toda la sociedad.”

Por todo esto y muchas cosas más, la lucha de las mujeres tiene que ser feminista, debe incorporar la perspectiva de género a todos los ámbitos en los que se encuentre y debe ser llevada a cabo por las mujeres. Nadie más lo hará en nuestro lugar.

miércoles, 12 de agosto de 2009

As agressons com menos “audiência”


[Cast/Gal] La misma sociedad que cree estar ante el apocalipsis por la muerte de dos guardias civiles en Mallorca ignora la violencia diaria que sufren miles de mujeres.

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Castellano

Mientras que la prensa oficial enseña fotos espectaculares por la muerte de dos guardias civiles en Mallorca, otra realidad pasa desapercibida ante los ojos mediáticos. La misma sociedad que cree estar ante el apocalipsis en el primer caso ignora la violencia diaria a la que se ven sometidas miles de mujeres en todo el país.

Según las últimas informaciones, los forenses de Compostela investigan cada semana cuatro casos de malos tratos. 2008 acabó con un total de 190 denuncias. En lo que va de año ya se superó la centena. 52% de las mujeres denunciantes (aun hoy una minoría social) soportan agresiones desde los primeros meses de su relación, que el 16% de las veces son diarias, 24% semanales, 27% quincenales, 18% mensuales y el resto más distanciadas en el tiempo. 45% de las denuncias son por agresiones físicas, un 5% corresponde a violaciones.

Las franjas de edad donde se dan más denuncias por malos tratos son de 21 a 30 o de 41 a 50, variando con respecto a años anteriores.

Por eso, las denuncias son apenas la punta del iceberg de la violencia machista. En 2008, una de cada cinco asesinadas tiene una orden de protección, y el 80% no había denunciado nunca. Sobre todo en el sector inmigrante, donde la persona es mucho mayor, los datos de los malos tratos son imposibles de calcular.

Mujeres con dueño

Encuestas realizadas en los últimos meses en todo el Estado Español revelan otros datos escalofriantes: de los 1.008 entrevistados y entrevistadas, 3,8% de los hombres y 4% de las mujeres justifican públicamente las agresiones cuando ella decide romper la relación.

Estas reflexiones no ocultan una concepción que casi toda la sociedad tiene aun muy presente: la mujer es dominio del hombre; no le es legítimo tener decisiones distintas de las de él; la mujer es un objeto inútil si no tiene un hombre que la proteja, aunque sea de él mismo de lo único que es necesario protegerla.



Galego

Enquanto os jornais oficiais se enchem com fotos espectaculares pola morte de dous guardas civís em Malhorca, umha outra realidade passa desapercebida ante os olhos mediáticos. A mesma sociedade que crê estar ante a apocalispse no primeiro caso ignora a diário a violência à que se vem submetidas miles de mulheres em todo o país.

Segundo as últimas informaçons, os forenses de Compostela investigam cada semana quatro casos de maús tratos. 2008 rematou com um total de 190 denúncias, mas no que vai de ano já se superou a centena. 52% das mulheres denunciantes (ainda umha minoria social) suportam agressons desde os primeiros meses da sua relaçom, que em 16% das vezes som diárias, 24% semanais, 27% quinzenais, 18% mensais e no resto mais distanciadas no tempo. 45% das denúncias som por agressons físicas, enquanto 5% correspondem a violaçons.

As franjas de idade onde se dam mais denúncias por máus tratos som de 21 a 30 ou de 41 a 50, variando com respeito a anos anteriores.

Porém, as denúncias som apenas a ponta do icebergue da violência machista. Em 2008, umha de cada cinco assassinadas tinha umha ordem de protecçom, e 80% nom denunciara nunca. Sobretodo no seitor imigrante, onde a pressom é muito maior, os dados dos máus tratos som impossíveis de calcular.

Mulheres com dono

Inquéritos realizados nos últimos meses em todo o Estado espanhol revelam outros dados escalafriantes: dos 1.008 entrevistados e entrevistadas, 3,8% dos homens e 4% das mulheres justificam publicamente as agressons quando ela decide romper a relaçom.

Estas reflexons nom ocultam umha concepçom que quase toda a sociedade tem ainda mui presente: a mulher é domínio do homem; nom lhe é legítimo ter decissons distintas das dele; a mulher é um objecto inútil se nom tem um varom que a proteja, embora seja ele próprio o único do que é preciso protegé-la.

www.galizalivre.org

Publicado en La Haine el 12 de agosto de 2009.

domingo, 2 de agosto de 2009

Violencia sexual a las mujeres, una mirada desde el anarcofeminismo


x Red Libertaria

No podemos concebir un feminismo disociado de la lucha de clases, hay que barrer con el Estado que está al servicio de la opresión de género y del capital.

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El Estado, el Patriarcado y el Capitalismo

El sexismo es una postura que analiza a los sujetos según su sexo biológico, correspondiendole a cada uno sus roles y funciones especíicos. De esta manera, se nos atribuye a cada uno de nosotros y cada una de nosotras (según nuestro sexo) hábitos, valores, vocaciones, sensaciones, sentimientos, deseos, etc., anulando nuestra singularidad y negándonos la posibilidad de elegirnos sin condiciones.

El sistema capitalista y patriarcal nos niega la posibilidad de ser los escultores de nuestra individualidad. Aún más problemático es que dentro de este sistema de clasificación, queda asentada la idea de que a la mujer le corresponde un lugar de subordinación respecto al hombre. Así, la mirada masculina es tomada como patrón y medida de la concepción de la realidad, descartando la mirada “inmadura” de la mujer que, a su entender, adolece de sentimentalismo e irracionalidad.

El patriarcado, como sistema de instituciones que promueve y practica la violencia del hombre sobre la mujer, legitima los infinitos casos de violencia sexual. Estos, a nuestro entender, van desde aquellos que limitan la concepción de ‘mujer’ a un mero objeto sexual, abastecedor de las necesidades sexuales de los hombres y sin necesidades propias (que según el sexismo es consecuente con su “naturaleza”), hasta aquellas concepciones que hacen a la mujer un legítimo blanco de golpizas o cualquier otro tipo de violencia física, llevándolas frecuentemente a la muerte.

La ley ampara estos hechos, siendo parte de las instituciones encargadas de conservar la desigualdad entre el hombre y la mujer. Esto ocurre, entre otras cosas, porque esta situación en la que nos encontramos las mujeres es funcional, en muchos aspectos, a las necesidades del Capital para desarrollarse. Así, por ejemplo, la mujer convertida en objeto sexual se mercantiliza y pasa a saciar los grandes mercados del “consumo” sexual, en mayor medida abastecidos por medio de las redes de trata.

Podemos ver a continuación las declaraciones de hombres que son la ‘máxima encarnación de la ley’ frente a temas tan graves como la trata: ante una multitudinaria movilización exigiendo la desmantelación de las redes de trata en la provincia de Córdoba [Argentina], el jefe de la policía de la provincia, Alejo Paredes airmó “Hay casos que no son reales (...) No estoy diciendo que todos los casos no sean reales, pero sí hay una composición que por allí genera en nuestra sociedad una inquietud de las mujeres que tenemos que tratar de bajar”[1]. Nos tratan de mentirosas y nos sugieren que nos callemos.

Otra demostración de la complicidad de la ley son los casos en que los culpables son absueltos o condenados a penas irrisorias como el reciente caso de Adriana Zambrano de 28 años, asesinada a golpes de puño y puntapiés por su ex pareja. Casualmente el asesino, Alejandro Zerda, fue condenado a cinco años de prisión [2]. Otro caso es el de Daniela Araujo, de apenas 16 años de edad, asesinada a golpes, puñaladas y quemaduras aparentemente ocasionadas por una picana eléctrica. Se desconoce el asesino [3].

Podemos mencionar un centenar de casos más. La casa del encuentro [4] hizo un informe en el 2008 de muertes de mujeres por violencia sexual publicadas en medios de difusión de alcance nacional [en Argentina], en donde se calcularon 207 muertes por violencia sexual en las que, en su mayoría, los responsables fueron puestos en libertad [5]. Esto demuestra el marco de impunidad que el Estado y la Ley conceden a la violencia sexual para que actúe con libertad y se propague. Es por esto mismo que creemos que la lucha no está en el seno del Estado, cuya función naturalmente es reproducir las condiciones de explotación existentes y de acentuar gradualmente la opresión del hombre sobre la mujer, sino en la autoorganización de las mujeres.

Sin embargo, aunque esta violencia sea transversal, es decir que atraviese a las mujeres sin importar su clase social, el peso más grande recae sobre las mujeres de las clases oprimidas, viéndose frecuentemente arrastradas a ejercer la prostitución como medio de subsistencia o a realizarse abortos clandestinos que ponen en peligro su vida. Según cifras oficiales en el 2007 fallecieron 74 mujeres por abortos clandestinos [6], mujeres que no tenían el acceso a las condiciones sanitarias adecuadas para realizarse uno. La principal causa de muerte materna en el país son las complicaciones después de una práctica abortiva clandestina [7]. Así, mientras la Iglesia se posiciona fervientemente contra el aborto y la educación sexual en los colegios y llama a no utilizar anticonceptivos (con argumentos por demás sofistas), miles de vidas se pierden por negarnos nuestro derecho a elegir.

La mujer obrera se ve doblemente oprimida, por un lado por la explotación capitalista (y que en su calidad de mujer se le imponen niveles mayores de explotación), y al mismo tiempo por la opresión patriarcal. De estas premisas derivamos la convicción de que no podemos concebir un feminismo disociado de la lucha de clases, es decir que, hasta no barrer con el Estado que está al servicio de la opresión de género y del capital, la emancipación de las mujeres va a ser una icción y no una realidad.

Lo personal es político: la necesidad de la organización de las mujeres

Frecuentemente se intenta minimizar los casos de violencia sexual ubicándolos dentro de la esfera de lo privado, reduciéndolo a relaciones entre individuos (crímenes pasionales, por ejemplo) en los que no tenemos que intervenir. Intercambiando nuestras experiencias nos damos cuenta de que es una realidad que nos afecta a todas por igual y que hay un patrón inducido por el sistema que determina nuestra conducta, a pesar que se presenten particularidades en cada caso.

A partir de ahí se nos presenta la necesidad de organizarnos en tanto que mujeres, llevando adelante un feminismo revolucionario practicado sobre la base de la horizontalidad y acción directa, trazando como objetivo político, el comunismo libertario. Pero a su vez la liberación de las mujeres es una condición sine qua non para la revolución social. De esta premisa se hace necesaria una organización de las mujeres para que rompamos por nosotras mismas las cadenas de la explotación y la esclavitud y seamos una parte activa en el proceso revolucionario acabando con el paradigma que hace de nosotros sujetos “pasivos y emocionales”.


Notas

[1] Indymedia Argentina. “Las queremos con vida, crónica de la Marcha Basta de Trata y sus repercusiones”. 12.05.09. http://argentina.indymedia. org/

[2] Agencia Walsh. “El femicidio de Adriana Zambrano”. 18.05.09. http://www.agenciawalsh.org[3] La Casa del encuentro. “Femicidos en Argentina: 1 de enero a 31 de diciembre del 2008” [ http://www.lahaine.org/index.php?p=39261 ]

[4] Asociación Civil feminista, dedicada especialmente al tema de la violencia y el abuso hacia las mujeres y niñas.

[5] Ídem.

[6] Página /12. “La atención imprescindible” L. Peker. 22.05.09. http://www.pagina12.com.ar

[7] Crítica Digital. “Cuando nadie llama a la cigüeña”. N. L. Calisti. 31.05.09. http://criticadigital.com

PRENSA DE RED LIBERTARIA • Año III • Nº 18 • Julio-Agosto 2009 • $2
www.redlibertaria.com.ar


Publicado en La Haine el 2 de agosto de 2009.